Tengo
una imagen mental desde hace días, una en la que mis primos, mis tíos y yo nos
sentábamos alrededor de una enorme mesa de madera con una de esas arañas que
tenían mil cristalitos que reflejaban la cálida luz amarilla. Un salón lleno de
cuadros con paisajes en lienzos de textura especial. Un aroma, algo entre
bizcochos y chocolate caliente, o eran galletas recién horneadas? Recuerdo el
pan francés, la palta, los quiches y las empanadas. Recuerdo a mi abuela feliz,
atendiendo a cada uno de sus nietos, ofreciéndonos todo lo que podía, llenando
y rellenando la mesa cada vez que algo parecía acabarse. Felicidad, esos
lonches eran felicidad.
Invadido
por la nostalgia, hace dos días caminaba escuchando música y leyendo You
Deserve Nothing (de Maksik, léanlo, es
uno de esos libros que no dejas hasta terminar) por la siempre congestionada
Canaval y Moreyra, cuando de pronto, como en el más clásico de los dibujos
animados, un aroma cobró la forma de una manito y me acarició la punta de la
nariz. Fue un impulso casi inmediato, todo en mí se interrumpió, era como tener
10 años de nuevo y estar en la sala de mi abuela, levanté la cabeza y estaba
frente a Balthazar.
Para
los que no lo conocen, Balthazar es un café casi casi histórico ubicado en el
corazón de Corpac – San Isidro, que tiene posiblemente la mejor empanada de
champignones y alcachofas del universo. Para los que sí, es imposible que no
hayan ido a uno de sus buffets de lonche o brunch domingueros donde las opciones de dulces son interminables y los quiches son un pedazo de cielo. Balthazar Es un lugar único e inolvidable, ideal para cualquier momento que quieras pasar con tu mami, abuelita o simplemente alguien con quien conversar.
Dirección: Avenida Canaval y Moreyra, Corpac San Isidro
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